Nuestra cobertura en Estados Unidos nos hizo conocer cómo vive el que se fue. ¿Qué extraña? ¿Cómo se maneja la distancia? ¿Quieren volver?

No es algo ilógico ver ojos llenos de lágrimas cuando hablan de sus ciudades, de sus costumbres, de la familia. Algunos intentan esconder el hecho de extrañar, otros, tras varias horas de charla, se sueltan. Lo admiten, saben que están lejos y que en el mejor de los casos “podría llegar en 3 días a mi casa”. Pero esos tres días a veces son mucho tiempo y pocos piensan en el camino de vuelta.
El que se fue está convencido de haber hecho lo correcto. Las circunstancias son muy diferentes, claro está, pero muy pocos admiten que piensan en el retorno a futuro. “Yo no quiero envejecer acá, yo quiero estar con mis amigos cuando sea más grande, voy a estar con mi familia” expresó uno de los primeros argentinos que nos recibió en Estados Unidos. Allá por Atlanta y en medio de un asado con acento argento, ese deseo se perdió en medio de charlas posteriores que lo devolvieron a la realidad en la que vive.
Estados Unidos, el destino que nos tocó ahora, ofrece oportunidades, pero también muchos límites que para los argentinos son invitaciones para vulnerarlos. Claro, el argentino no acepta un NO, le busca la vuelta y, la mayoría de las veces, la encuentra. Pero acá es peligroso. El punto es claro: Los límites son tantos que cambiar de carril sin avisar guiño mediante puede significar una multa.
¿Por qué se fueron?
Oportunidades laborales, búsqueda de un futuro diferente (muchas veces es un futuro mejor, pero otras tantas es simplemente un desafío incierto), invitaciones y hasta escapes. Las historias de, en este caso misioneros, son distintas. Macarena, nuestro contacto en Nashville, vino por deportes y se quedó por trabajo. Hoy vive en su casa, la cual pagará por algunos años, pero con estabilidad y cuentas claras.

Hace cinco años dejó Misiones para pisar este suelo, lo conoció, se mudó, trabajó e invirtió. Sí, va cuando puede a la provincia y disfruta con los suyos cada minuto. Las lágrimas se quedan en la provincia, porque cada vuelta, según cuenta, es con nuevos objetivos y siempre mirando hacia el sur. “Mi familia viene cuando puede y se disfruta”, nos contó hace algunas semanas, cuando nos recibió en Loretto, su ciudad actual y por mucho tiempo.
Cuando se soltó en el diálogo, fue más explícita en el por qué se quedó. Jake, su compañero de vida, es parte de esa decisión y los cimientos del futuro ya están fortalecidos. “El deporte me abrió las puertas de este país, hoy tengo la oportunidad de trabajar y vivir con estabilidad”, expresó.
En Houston, en tanto, nos recibió Mariano, un amigo de Posadas que abrió las puertas de su casa en Iowa, una localidad a media hora de la mencionada en primera instancia. Él llegó hace 23 años en Estados Unidos y se lo recorrió, trabajando, de punta a punta. Hoy tiene su casa, está casado con Rosy (quien es texana pero habla un español casi perfecto), y tiene un pasar que en Misiones sería de Clase Alta, pero que acá se traslada a una vida normal de alguien que trabaja para ganarse lo que tiene.
Su corazón, y permiso por la sinceridad, es gigante. Sus historias casi no tienen que ver con Misiones. Es como que ya soltó su provincia, su ciudad. Pero sí tiene presente a la gente que vino a buscarlo para encontrar una mano en estas tierras. Básicamente como nosotros, pero lo nuestro es temporal y serán seis noches hasta volar a las semifinales de la Copa América. Su respuesta fue siempre sí, aunque no todas tuvieron finales agradables. “Yo soy de ayudar sin importar el mañana. Si me necesitás voy a estar, después vemos”, explicó en algún momento de esta estadía. Otra frase que quedó guardad es: “Donde come uno, comen dos”, y muchas veces dividió su comida.
“No todas son buenas experiencias, pero yo no vuelvo. Si lo pienso es por los amigos, por la familia, pero cada vez que vuelvo me doy cuenta de que ellos ya tienen su vida, sus hijos, como yo acá. Entonces pensar en volver es un imposible, ya tengo amigos acá, tengo familia y esta es mi casa”, contó Mariano, quien es ciudadano estadounidense hace 13 años.
Cambio de costumbres
¿Coinciden en el pensamiento de que en Misiones se maneja lo justo y necesario? Acá no. Acá viajar 30, 40 minutos o una hora y media para ir a pasear es normal. Tienen donde viajar y lo hacen muy cómodos. Sus rutas cuentan con no menos de cuatro carriles de ida y vuelta, pagan peajes y los galones de combustible valen exactamente lo mismo que los litros en Argentina.

Las comidas son otro panorama complejo: El desayuno fuerte es para estirar el día hasta la cena, es picar algo al mediodía y apuntar a un cierre a las 19 en cuanto al alimento diario. Y en ropa sacan diferencias abismales: Vestirse es más barato que comer. Sí, real.
Una remera de marca se consigue a 7 dólares, un jean Levi’s al mismo precio. Los argentinos buscamos precio, y se consigue. Por ahora, sólo eso es más barato que en Argentina, el resto está por arriba en la escala de precios. Bah, por lo menos a los precios que estaban el 18 de junio, cuando dejamos Posadas para llegar a Atlanta. La vuelta, quizá, nos marque otra realidad.