Argentina ya está en Houston tras varios días de trabajo y ocio en Miami. Pasó la victoria ante Perú, el 1 del grupo y la absorción de fuerzas con la familia. Se viene Ecuador.

Dicen los que están acostumbrados a pelear cosas importantes que las copas arrancan en los mata a mata. Que las primeras rondas son sólo eso, un pequeño charco que hay que pasar y que, obviamente, no siempre se logra. Argentina llegó a Estados Unidos con el mote de candidato y lo sostuvo con tres victorias iniciales en igual cantidad de partidos. Cambió su equipo, puso suplentes, jugó lejos de su nivel, pero de igual manera le alcanzó para marcar 5 goles (4 de ellos de Lautaro Martínez), no recibir ninguno y clasificar cómodo a cuartos.
Y sí, el premio llegó para el seleccionado, que el domingo pasó fuera de la concentración y con los seres queridos. Esa, antes de una hipotética final, fue la última inyección antes de que arranque lo realmente importante.
Se viene Ecuador, que clasificó con lo justo y por mantener el 0 en su arco. Bajó a un siempre combativo México y se metió entre los 8 mejores de una Copa América que todavía no encontró su candidato por juego. Sí, claro está, lo es Argentina por jerarquía e historia. Pero no hubo un choque donde dos rivales de peso se midieron para dejar a uno como candidato firme a la Copa. Puede haber sido el choque entre Brasil y Paraguay uno de ellos, pero por el nivel de la albirroja no completó esos asteriscos.
En Miami, solo verano
La selección llegó a Miami, ocupó sus increíbles lugares, los fanáticos hicieron lo mismo, nosotros también. El local, el lugareño, el vecino, vive su vida normal con la salvedad de que se ven más camisetas de Argentina que en otros momentos.
La Copa, evidentemente, no cambió la ecuación para el país del norte, algo tan grande que es difícil de explicar. Sus avenidas, sus estadios, sus edificios, sus playas, sus autos, todo es alevoso en un país que por algo es el faro de muchos otros.

Fuimos parte de un banderazo que sirvió más para una puesta en escena de la AFA, la cual incluyó un buen show de Los Totora. En el día del partido, ir al estadio fue un contratiempo. “Acá si no tenés auto estás complicado”, nos había avisado un posadeño que hace rato está en estas tierras. Y tenía razón.
En auto el traslado desde Miami Beach (el epicentro del turismo), hasta el estadio, comprendía unos 25’, media hora. En transporte público el tiempo se quintuplicaba y, con viento a favor, se tardaba no menos de 2 horas y media.
Houston, una incógnita
El viaje se tardó, a Texas llegamos dos días antes del partido y un día después del arribo de la Selección. Nos espera una ciudad con mucho verde, larga y con casi 8 millones de habitantes. 92 idiomas se hablan en Texas, donde jugará Argentina el jueves desde las 22 en nuestro país, a las 20 en esta parte del mundo, y seguramente con marcada presencia de hinchas albicelestes. El banderazo ya está armado, y acá lo hacen a gran escala. Seguramente, ahí estaremos.